domingo, 29 de mayo de 2011

Ansia

Cuando desperté pensé que te encontraría a mi lado, durmiendo como siempre. En vez de ti, simplemente encontré la cama vacía, quizá un cojín.

Me di media vuelta, la luz entraba de lleno por la ventana, la habitación estaba tibia.

Miré a través del visillo, queriendo encontrarme de cara con el sol, o quizá contigo, pero sólo vi el cielo, con algunas nubes pintadas por ahí.

Me quedé pensando un segundo, en cuanto te extrañaba y porqué.

Sentí la necesidad de abrazar algo contiguo a mí, quise que estuvieras ahí, pero no supe si quería que fueses exactamente tú, quizá cualquiera hubiese funcionado.

Volví a darme vuelta, para quedar de espalda mirando el techo, blanco infinito sobre mi cabeza que lo único que hacía era recordarme mi soledad.

Miré sostenidamente el techo, y sentí ansia, ansia de que estuvieras ahí y me abrazaras y me dijeras todas las cosas que te gustan de mí, y alimentaras mi narcisismo caníbal, porque me dan ganas de comerte a pedazos. Pensé que quizá sólo necesitaba un cuerpo, pensé que quizá tú sólo necesitabas un cuerpo, o que quizá simplemente nos necesitabamos.
Alguien a quien abrazar por las mañanas, alguien que te cuente cómo estuvo su día, y así nos hacemos adictos a nostros.
Y yo no puedo parar de pensar en comerte a pedazos, pero no de amor sino de rabia, por que te odio.
Quiero que me quieras, pero yo no quiero quererte a ti, yo quiero sólo comerte, morderte y hacerte tiritas.
Y pienso, pienso en ti y cuanto te extraño
Simplemente suspiro
y vuelvo a dormir