La última vez que hablamos me quedé con la sensación de que todo estaba bien, que todo iba a estar bien.
Pero mientras pasan los minutos he comenzado a desesperarme y empiezo a fruncir el entrecejo, comienza a dolerme la cabeza y a apretarse mi pecho.
Tengo la sensación de que las cosas ya no son como antes, que por mucho que tú intentes convencerme de que sigues sintiendo lo mismo por mí, yo no siento que así sea... pero de no ser así ¿porque insistirías en decirme que si lo es, si es que tú realmente no lo sientes?
mi pensamiento se ha vuelto circunvoluto, y se enrolla sobre si mismo como una culebra, o peor aun: como un gusano. Las ideas se depositan una sobre otra y ya ni siquiera puedo seguirlas en su continuidad, pero para eso antes estabas tú, para desenrollarme, deshacerme y rearmarme.
Ahora te siento incapaz de todo eso, por que cada vez que hablamos me siento mas enroscada y más culebra, y quiero comprimirme hasta desaparecer.
Si tu al menos eres sincero en decir que sientes aun lo mismo por mí, yo debo serlo de igual manera, me refiero a lo sincera, porque la verdad es que yo ya no siento lo mismo por ti.
Se me acabaron las ganas de verte, de escucharte y de sentirte, se me acabó la paciencia.
Eres como un niño pequeño al que hay que prestar demasiada atención y yo no quiero ser la madre de nadie.
Quizá no seas tú el que cambió, si no yo, que me puse más fría y me fue escondiendo, invaginando cada uno de mis pensamientos, hasta que todos se volvieron pliegues en mi cabeza y yo me fui quedando dentro de esa cómoda construcción.
Ahora no puedo volver a lo de antes, ya no puedo volver a la realidad.
La verdad es que me he enfriado, y no creo, amor, que puedas volver a encender lo que alguna vez senti o pude haber llegado a sentir por ti. Lo siento, pero es demasiado tarde.
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Hace 4 años