Recuerdo la primera vez que vi el exorcista, la parte en que la niña baja a la fiesta de su madre y los mira a todos y comienza a orinar. Me reí, lo encontré tonto. La forma en que ellos la veían, así como algo asqueroso e inhumano, algo así como un hombre que ha estado mucho tiempo entre animales, pues los animales no necesitan posar sus asentaderas en lo que comúnmente llamamos water close (W.C). En verdad el hacerse pipí encima, así sin más, con todos mirando es bastante repugnante. Basta ver a esos viejos tirados por ahí en las esquinas de la vida, con los pantalones todos mojados y hediondos para sentir hasta náuseas. Creo que perdí el hilo de lo que estaba escribiendo. El asunto es que me di cuenta que el hacerse pipí es un acto de niñería máximo, un acto de demostrar enojo o rabia, algo para molestar al resto y algo que ayuda a sacarse algo de adentro, algo así como una pataleta. Debo decirlo, cuando me enojo, cuando el día ha sido una mierda me dan ganas de hacerlo, de simplemente soltar mi esfínter y que todo salga y que la gente diga que asco, y todos se alejen, me dan ganas de ser un animal, de olvidar mi humanidad y mis vergüenzas, gritar, gritar, gritar.
1 comentario:
Te pille, te hiciste pichi en los pantalones, por eso te daba verwenza
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