sábado, 13 de septiembre de 2008

como agua de mar



Ese día salió a caminar
hacía calor y había un sol agradable
Vio de pronto el parque y sintió una necesidad incontrolable de entrar en contacto con la tierra
tirarse en el pasto, sin importar que estuviera lleno de señoras, ancianas y niños en su mundo
que verían en ella un ser extraño
con ganas de pasto

Cuando se dispuso en dirección del parque
se encontró al llegar a la esquina con una niña en bicicleta
Casi chocan...
atrás de ella venía un señor mayor, al parecer su abuelo
y con el tono mas maternal de un hombre le dijo: por eso debes parar en las esquinas,
siempre puede venir alguien. La niña miro al piso y el anciano le sonrió.
Ella no pudo evitar sentir una gran envidia
Aquella niña tenía un abuelo que le dijera que debía frenar en cada esquina para no andar chocando con las personas, en cambio ella siempre estuvo sola.
Nadie le dio esos consejos, tan tontos en su momento, pero útiles en la vida.
Se sintió triste
sola
desafortunada

Las flores de esa primavera le parecieron agridulces
tan felices de volver a la vida, pero tan tristes de volarse fugazmente con el viento
haciendo su existencial algo breve

Llego al parque, sentía calor
pero no era el clima
era algo de adentro
sentía sus vísceras ardiendo

Corrió y se tiró al verde
sintió la humedad de este
lo que le propinó un gran alivio a su quemazón

Observó a los niños jugar
y hacer esas preguntas pueriles
tan carecterísticas de ellos

Lo mismo que las flores
los amó y los odio
sintió pena de ellos
sintió pena de ella

La tarde se acababa
al igual que su cabeza

Sintió que comenzaba a entrar en un trance que le pareció familiar
Temió el volver a sus estados iniciales
se vio sentada en una pieza blanca, frente a un cuadro negro
Decidió volver a casa.

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